La Teosofía y el Nacimiento del Arte Moderno Abstracto.

La Teosofía y el Nacimiento del Arte Moderno Abstracto.

Kathleen Hall – Canadá

A finales del siglo diecinueve, surgió un movimiento en el arte que fue una respuesta a una conciencia más elevada de la verdad cósmica. El arte abstracto moderno era la manifestación visible de unos ideales espirituales profesados a través de las enseñanzas de la Teosofía y de otras sabidurías populares. Los artistas de este movimiento eran escribas que pintaban lo que no se podía decir con palabras.

La espiritualidad en el arte abstracto comenzó alrededor de 1890 y corrió en paralelo con un creciente interés por el misticismo y el ocultismo. Pero fue la Teosofía lo que tuvo una más profunda influencia en la aparición del arte abstracto moderno y, especialmente, en los padres fundadores del movimiento, Wassily Kandinsky, Frantisek Kupka, Piet Mondrian y Kazimer Malevich.

La Teosofía dio a estos artistas una perspectiva que se convirtió en el trabajo preparatorio fundamental de su espiritualidad. Partiendo desde este punto de vista, creían ser capaces de ver el mundo natural y más allá de él, así como de llegar a comprender la sabiduría antigua y los principios cósmicos de nuestra existencia. Esta elevada posición estratégica les transportaba a los cuatro por encima de las preocupaciones mundanas y les daba la sensación de tener una visión divina de los reinos de otros mundos.

Para ser comprendida satisfactoriamente, esa visión debía presentarse  en términos simples y relevantes, que más tarde podían desarrollarse y expandirse en complejas estructuras.

Wassily Kandinsky era un ávido estudiante de las enseñanzas ocultas y místicas. La Teosofía le proporcionó la estructura principal para sus lecciones de espiritualidad aunque, desde luego,  enriqueció sus estudios con otros materiales. A medida que se desarrollaba su conciencia espiritual,  también lo hacía su arte.

A medida que las enseñanzas Teosóficas sobre las formas de pensamiento y la correlación entre la vibración, el color y el sonido influían en su trabajo, empezó a dejar de confiar en la forma. El perfil, la línea y el color se convirtieron en sus instrumentos principales para crear imágenes visibles de acontecimientos invisibles del mundo astral.

Piet Mondrian, como Kandinsky, leyó extensa literatura sobre los conceptos espirituales. Su aprobación de la Teosofía fue claramente reconocida y solía referirse a ella cuando hablaba del contenido de sus obras. Sus ideas se expresaron primero a través del arte Simbolista, pero después, cuando empezó a explorar el uso de color como medio de proyectar la esencia interior de un objeto de apariencia visible, su obra empezó a cambiar. Su único objetivo se convirtió en la reducción de la forma a unos simples contrastes de línea y de color para significar la unidad entre opuestos: masculino y femenino, estático y dinámico, espíritu y materia. Las formas geométricas y los colores primarios acabarían siendo su marca registrada, representando, en términos simples, la enormemente compleja estructura espiritual del universo.

 

[El artículo apareció originalmente en Quest: Revista de la Sociedad Teosófica de América]

http://www.theosophyforward.com/theosophy-and-the-emergence-of-modern-abstract-art-.html

 

LA TEOSOFÍA Y EL PRIMER ARTE ABSTRACTO

 

Kandinsky, Mondrian, Kupka o Malevich fueron artistas muy cercanos al mundo de la teosofía, curiosamente los grandes iniciadores del arte abstracto en el siglo XX.

Esta corriente filosófica-religiosa nace en el siglo XIX de la mano de Madame Petrovna Helena Blavatsky (espiritista ucraniana) y Heney Steel que crearon la Hermandad de Luxor más tarde reconvertida en Sociedad Teosófica, pronto compuesta por espiritualistas, masones y más tarde aristócratas e intelectuales.

En realidad el concepto teosofía hunde sus raíces en la historia de la filosofía, existiendo numerosos ejemplos en el mundo antiguo (el propio neoplatonismo es una opción teosófica) y moderna (Paracelso), pues se trata de una actitud más que una verdadera doctrina.

La teosofía pretende una integración de los aspectos más espirituales (actitudes místicas y gnósticas) de las distintas religiones, intentando llegar a una síntesis que huye de nombres, ritos y dogmas para fijar su atención en los aspectos más  éticos.

Como se planteará en sus orígenes se trata de una superación de las diferencias generadas por el desarrollo histórico de las religiones (la misma verdad bajo distintas formas) para buscar las fuentes espirituales, dejando entrar en su pensamiento los tradicionales monoteísmos pero también el ocultismo, las religiones mistéricas antiguas o la magia natural, con un fuerte ingrediente de filosofía oriental y su insistencia en la armonía entre hombre y naturaleza, su fuerte conciencia ética o el trabajo individual como técnica de iluminación interior.

Toda esta teoría se empieza a infiltrar en el mundo artístico en el simbolismo, estilo que pretende luchar contra la progresiva fenomenología de las artes plásticas (como sería el impresionismo) para dar contenidos espirituales a la obra artística.

Con la eclosión de las vanguardias esta intención ética del arte se impone especialmente fuera del ámbito francés.

Primero en su versión negativa, de denuncia, en el expresionismo; más tarde de una manera mucho más consciente en los grandes iniciadores del arte abstracto.

Posiblemente el primero en integrarla y desarrollarla será  Kandinsky que, pasó del fauvismo inicial a una conciencia del arte como regenerador ético de la Humanidad.

Para ello renunció al tema y más tarde a la realidad visible para internarse en la verdadera esencia, lo que él mismo la realidad interior. Un mundo dominado por el color y la forma e íntimamente unido a la música por medio de la sinestesia.

Sus obras se convierten así en objetos de meditación y trascendencia en donde el espectador puede comenzar a ser consciente de nuevas realidades, “darse cuenta”, ampliando así su visión y procediendo a un mejoramiento interno.

Todas estas ideas fueron ampliamente estudiadas por el autor en su famoso ensayo “Sobre lo espiritual en el arte”

Mondrian también perteneció al mundo teosófico, fuerte influido por el neoplatonista  matemático Schoenmaekers.

Su estilo, el neoplasticismo, intentaba ir un punto más allá de lo que hiciera Kandinsky, y huir de lo individual para intentar un arte expandido (que no se limitara a la pintura, sino llegar al diseño y la arquitectura) que , como ya intentara el modernismo, envolviera al hombre y le permitiera un acceso a niveles superiores de conciencia.

Es, por tanto, un arte profundamente social, que busca una regeneración espiritual de la humanidad por medio de un entorno minuciosamente construido y coloreado.

Para ello también se desembarazó de la realidad para buscar un arte puro tan sólo compuesto de líneas rectas y colores simples en un intento de llegar a la expresión de las verdades absolutas (aquí se encuentra muy presente su influencia neoplatónica que, como ya ocurriera en el Renacimiento, encuentra en la matemática, la geometría y las relaciones de proporción una manera de búsqueda de la armonía, tanto celestial como humana, pues ambos mundos se encuentran plenamente relacionados para el que sepa mirar, el macrocosmos y el microcosmos).


Toda esta formulación de un arte sanador (en el aspecto espiritual) tendrá una segunda eclosión tras la segunda Guerra Mundial, cuando las religiones orientales (y en especial  el zen) tengan una fuerte influencia en el arte, tanto en la zona americana (como la obra de Rothko) como en la europea (Klein)